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Todo mi amor a las víctimas, a todas las víctimas

Buenos días, abuelo Timoteo:


Han pasado ochenta y un años desde que te arrebataron la vida, cuando te fusilaron un 15 de noviembre de 1939; a tu mujer María, mi abuela, le robaron el alma, dejándola viuda al cargo de vuestros siete hijos, todos ellos menores. Ochenta años después, todavía no hemos conseguido que se haga justicia por los asesinatos que se cometieron tras la cruenta guerra civil que dejó miles de asesinados inhumados en fosas comunes, como fue tu caso, y ciento de miles de VÍCTIMAS y represaliados de la dictadura franquista.



Tras ocho décadas de infructuosos intentos por recuperar tus restos, tu hija Ascensión, gracias a la tenacidad y el amor que te procesaba y la impagable ayuda y colaboración de cientos de personas, una jueza argentina, a través de dos exhortos internacionales, estableció la búsqueda de tus restos en dos de las fosas comunes que existen en la zona civil del cementerio de Guadalajara. El día 2 de julio de 2017, tu hija logró darte un entierro con toda la dignidad que cada ser humano debe tener.


Como conocerás, contra todo pronóstico, mi madre murió hace tan solo unos meses, el día 16 de septiembre de 2019. Ella también tuvo un entierro muy digno, reposando su cuerpo junto al tuyo en la sepultura que a tal fin adquirió en el cementerio civil de la Almudena en Madrid; así lo quiso y así se hizo.


Desde el día 12 de marzo de este año, estoy confinada en la población de la Granja de San Ildefonso, en Segovia, aunque mi residencia habitual está en Madrid; el que me encuentre aquí fue circunstancial. Mi hermana y mi hermano están con sus hijos y nietos también en Madrid, excepto tu bisnieta Aitana que vive en Los Ángeles, EEUU. Todos nosotros y el resto de los ciudadanos de ésta, nuestra España, estamos confinados en nuestras casas desde el día 15 de marzo de 2020. Estamos padeciendo una PANDEMIA (enfermedad epidémica) dada en llamar CORONAVIRUS, que afecta a todo el planeta.


Abuelo, estamos perdiendo a miles de ciudadanos durante estas semanas, arrastrando a la muerte a personas de toda condición, ideología y creencias. Son VÍCTIMAS de esta PANDEMIA.


No quiero denominar a la realidad que estamos viviendo de GUERRA, ya que las circunstancias en las que están llevando a la muerte a nuestros ciudadanos la diferencian de los denominados conflictos bélicos, como la guerra civil que tristemente vivió nuestro país, donde la muerte se produjo entre dos bandos contendientes de una misma nación; entre hermanos.


No es la hora de entrar a polemizar sobre la responsabilidad de la clase política y económica de nuestro país; no, no es el momento; pero también te digo que haberla la hay. Sólo espero que una vez superemos entre todos los momentos tan penosos que estamos sufriendo, la sanidad, la educación, la vivienda y sobre todo, la redistribución de la riqueza, se universalicen para los más desfavorecidos. Yo seguiré en la brecha, como he intentado hacer hasta ahora. Con JUSTICIA obtendremos IGUALDAD.


Abuelo, sé que no hace falta que te lo diga pero te ruego que, si está en tu mano, recibas con AMOR a todas las VÍCTIMAS de esta PANDEMIA y manda fuerza a todas sus familias, amigos y conocidos para que, aunque no hayan podido estar a su lado en momentos tan dolorosos y enterrarles como hubieran deseado, no pierdan la esperanza de que, llegará un día, en que podrán dignificarles como cada cual se mereció.


No nos hacen falta falsos patriotas que rentabilicen políticamente la tragedia de las víctimas.


Mamá, sé que estás con el abuelo; que sepas que todos los días te recordamos como si estuvieras con nosotros y que te queremos. Dale besos a la abuela, a la tía Paz, a mi padre…


Por cierto, abuelo, mañana es el aniversario de la proclamación de la II República, te felicito por ello.


Amor para todos.


Tu nieta, Chon Vargas Mendieta

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