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Pinceladas de Asia: Retratos desde la calle

Las calles de Hanói amanecen más temprano que gran parte de las urbes occidentales. Desde el canto de los gallos al incesante goteo de motos y coches, el bullicio es un sello característico de la capital vietnamita. A primera hora de la mañana, lugareños y extranjeros realizan ejercicio físico en los innumerables gimnasios al aire libre esparcidos por los parques y las calles de la ciudad, mientras los pescadores prueban su suerte desde la orilla del lago West ––algunos incluso, subidos sobre sus motocicletas––.


A continuación rescatamos algunas de las escenas que capturan la belleza y el ajetreo de una ciudad de fuertes contrastes donde confluyen modernidad, decadencia, subdesarrollo y costumbres que, por igual, sorprenden y cautivan a sus visitantes.




En julio, las temperaturas en Hanói pueden superar los 35C, lo que aunado a los chaparrones espontáneos y la humedad, convierten a los paraguas y las sombrillas en accesorios obligatorios. En la imagen (arriba, izquierda), una mujer sostiene una sombrilla para proteger a un pescador del sol.





Los animales, incluso las aves de granja, forman parte de la vida cotidiana de la ciudad y no es extraño observar gallinas como animales domésticos (arriba, derecha).


Las jaulas para pájaros, fabricadas a mano y a pie de calle por trabajadores artesanales, adornan las calles y los rincones de Hanói, regalándonnos instantáneas como la de abajo.




Además de los templos que ensalzan las callejuelas y avenidas de Hanói (imágenes abajo), otra insignia indiscutible de la urbe son los mercadillos y puestos ambulantes que venden refrescos de frutas, ramos de flores (imagen abajo) o el Nón Lá, el tradicional sombrero cónico vietnamita que protege tanto del calor como de las fuertes y frecuentes lluvias.





Los globos decorativos transmiten el colorido, la belleza y el sentido estético de Vietnam. En algunos sectores de la ciudad, sin embargo, los elementos decorativos destacan por su deterioro y decadencia (imagen central, abajo).






Las fachadas y los edificios de la capital asiática generan una agradable experiencia visual y arquitectónica (imagen arriba) que contrasta fuertemente con las sensaciones que evocan los mercadillos callejeros (abajo, izquierda). Entre los muchos productos disponibles en éstos destacan ––por su impacto visual–– las gallinas, las cuales conservan y se venden con la cabeza y la cresta incluidas (imágenes de abajo).




En estos mercadillos se observan también puestos de ternera, cerdo y pescado. Un señor (imagen central, abajo) recoge el producto recién pescado para introducirlo en una cesta, mientras una pescadora (imagen de la derecha, abajo) se apresura a cubrir y envolver un pez con un trapo de color verde.




Fotografía: Aitana Vargas

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