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Más que un título, es mi historia

"La prisión en tiempo de pandemia es más prisión que nunca; completamente aislado, lejos de su familia..."

Esta es la historia de Carlos: la de miles de presos en Honduras


Honduras – Por Itsmania Platero (copublicado con Los Ángeles Press)


"Yo quería seguir contigo, pero ya no sabía cómo".


Carlos ha logrado hasta ahora sobrevivir en uno de los presidios más peligrosos de Honduras. Aún siendo inocente, ya guarda 3 años, 25 días y 2 horas de prisión. Su delito no solo lo llevó a estar entre esos barrotes llenos de óxido, sino que también vio cómo, poco a poco, se destruía toda su familia. Al quedar encerrado, fue despojado de las únicas pertenencias que con sacrificio había adquirido. Hasta esa fatídica noche en que un contingente de policías rompió sus puertas con el grito "todos al suelo", que sonaba en la memoria como un disparo mortal.


Su mujer, sus hijos y tres amigos quedaron boca abajo en el suelo, mientras él era sacado a golpes y culatazos de un reusado fusil, en escenas similares a ésta. Otro grupo de hombres entró en cada cuarto y registró hasta el más mínimo rincón. Luego se vio en la paila de una patrulla que lo condujo ante un fiscal de turno, cuya voz parecía temblar en medio de la duda pero fue contundente al decir "llévenlo a Támara, por portación ilegal de armas".


Previamente, elaborada la escena, subieron las fotografías que retrataban, no sabemos si por la voluntad del juez, de los policías o el morbo de los medios.


"Enfermo y con angustia, jamás imaginé que enfrentaría el frío del abandono que, junto al dengue, quebraría mis huesos", dijo Carlos al interior del Reclusorio. "No puedo salir, quedé más preso que nunca, sin correr como cada mañana y sin estudios. Con el tiempo, un hormigueo invadió sus piernas; su columna vertebral ya no podía moverse".


Con sacrificio, elaboraba en el penitenciario los cuadros que le dan sustento a sus hijos. La prisión en tiempo de pandemia es más prisión que nunca; completamente aislado, lejos de su familia, comenzó a sentir los estragos de la soledad y la melancolía. Hoy, parece que la libertad se vuelve un sueño más imposible en medio de la pesadilla de una bartolina.


"La voz se quiebra y también el alma. Las cárceles de Honduras y del mundo se convirtieron en focos de transmisión del coronavirus, con ello la esperanza de salir vivos y, de paso, ver la justicia, se vuelve un camino cada vez más largo y ancho".


El hacinamiento que campea en los reclusorios de Latinoamérica no deja por fuera a Honduras. Recién pasó el 2019, un año en el que muchos tuvimos que sortearnos la vida en medio de rebeliones de internos, adornadas con la falta de información veraz y oportuna. Así, legalmente, hay 26 centros penitenciarios en Honduras.

"No es distinto a otras partes del mundo. Solo en un penitenciario, 10 personas han muerto y esos crímenes quedan impunes. Una masacre de cuarenta y seis mujeres dejó en el carcelario de PNFAS, un recinto de mujeres, el olor putrefacto, la duda, el miedo y el claro abandono en que éstas se encuentran. Aunque las autoridades dijeron que fue por pleitos entre las mismas reclusas y causa desconocida".


"Los cubículos son un espacio reducido y sucio para aquellos que padecen enfermedades mentales. Algunos le llaman locura, pero yo no estoy loco".



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