Por ONU Mujeres
Nueva York, EE. UU. – Los efectos de la guerra y los conflictos en las mujeres y niñas están empeorando. En 2023, la proporción de mujeres asesinadas en conflictos armados se duplicó con respecto a 2022. Cuatro de cada diez personas que murieron como resultado de conflictos en 2023 eran mujeres. Los casos de violencia sexual relacionada con los conflictos verificados por la ONU aumentaron un 50 por ciento.
Estos aumentos en las muertes de mujeres durante la guerra y en la violencia contra las mujeres se producen en el contexto de un creciente y descarado desprecio por el derecho internacional, que fue diseñado para proteger a las mujeres y la niñez durante la guerra. Por ejemplo, el acceso de las mujeres en zonas de guerra a la atención médica es cada vez más restringido. Cada día, 500 mujeres y niñas en países afectados por conflictos mueren por complicaciones relacionadas con el embarazo y el parto. A fines de 2023, en Gaza, ya devastada por la guerra, cada día 180 mujeres daban a luz, la mayoría de ellas sin artículos de primera necesidad ni atención médica.
Este es el sombrío panorama que se presenta en el último informe anual del Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, sobre las mujeres, la paz y la seguridad, liderado por ONU Mujeres. El informe se publica 24 años después de la adopción de la resolución 1325 del Consejo de Seguridad, que instaba a todas las partes en conflicto a garantizar la seguridad de las mujeres y niñas y la plena participación de las mujeres en los procesos de paz.
“Las mujeres siguen pagando el precio de las guerras de los hombres”, afirmó la Directora Ejecutiva de ONU Mujeres, Sima Bahous. “Esto ocurre en el contexto de una guerra más amplia contra las mujeres. Los ataques deliberados contra los derechos de las mujeres no son exclusivos de los países afectados por conflictos, pero son aún más letales en esos entornos. Estamos presenciando cómo la igualdad de género se utiliza para fines militares en muchos frentes; si no nos levantamos y exigimos cambios, las consecuencias se seguirán sintiendo durante décadas y la paz seguirá siendo inalcanzable”, añadió.
No obstante los compromisos asumidos desde hace muchos años para garantizar la participación plena y significativa de las mujeres en cuestiones de paz y seguridad, el poder político y militar y la toma de decisiones en torno a los conflictos siguen estando dominados abrumadoramente por los hombres. En 2023, solo el 9,6por ciento de las personas responsables de negociar en los procesos de paz fueron mujeres, a pesar de que los estudios muestran que cuando estas participan, los acuerdos de paz duran más y se implementan mejor.
En Yemen, por ejemplo, las negociaciones lideradas por mujeres dieron como resultado el acceso seguro a una fuente de agua para la población civil. En Sudán, 49 organizaciones lideradas por mujeres están presionando para lograr un proceso de paz más inclusivo. Por lo general, estos esfuerzos no reciben apoyo o no se reconocen en las negociaciones de paz formales.
Uno de los principales desafíos para hacer realidad los compromisos en materia de mujeres, paz y seguridad identificados en el informe es la grave falta de financiamiento. En 2023, los gastos militares a escala mundial alcanzaron una cifra récord de 2,44 billones de dólares. En cambio, la financiación para las organizaciones y los movimientos que apoyan los derechos de las mujeres sigue siendo insuficiente, con un promedio de solo el 0,3 por ciento del total de la ayuda anual, en especial en las zonas afectadas por conflictos. Las inversiones en la prevención de la violencia de género y la formas de responder a ella representan menos del 1 por ciento de todo el gasto humanitario.
En 2025, el mundo cumplirá una serie de aniversarios de importantes acciones globales destinadas a promover la igualdad de género y los derechos humanos para todas las personas, en particular los 30 años de la Plataforma de Acción de Beijing, el plan más visionario sobre los derechos de las mujeres que hayan adoptado jamás 189 países. El informe concluye que una acción política audaz y un aumento del financiamiento son indispensables para que la participación igualitaria y significativa de las mujeres en la paz y la seguridad se haga realidad: una realidad que es esencial para lograr una paz duradera para todas las personas.
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