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El desnudo espiritual de la primera supermodelo wayúu

Los Ángeles (CA) — Patricia Velásquez es cálida y cercana. Su discurso, elocuente y sentido, es el de una mujer que durante años cargó con un secreto a voces que sólo ella se empeñaba en silenciar. Fue una labor ardua y costosa la de aceptar la realidad que ante otros se negaba.


“Soy gay”, lo confiesa ahora sin tapujos. Lo hace también en su libro autobiográfico “Straight Walk”, que el 29 de abril verá su salida en Colombia y que ya va por su segunda tirada en Estados Unidos.



Pero detrás de esa homosexualidad que desafía estereotipos en la comunidad hispana, hay otra realidad que sustenta la existencia de esta venezolana de origen wayúu. Apenas tenía 17 años cuando, para participar en Miss Venezuela e iniciar su carrera como modelo, le pidieron que cambiara sus ojos rasgados por unos más occidentales.


Ella se negó. Y ahora, esos ojos color café que resaltan sobre un fondo de plantas verdes en un céntrico hotel de Hollywood, denuncian el estigma que persigue a las poblaciones indígenas de América Latina.


“Lamentablemente siempre se nos ha visto a los indígenas como los más pobres, los más ignorantes”, asegura la venezolana. “Si se supiera que nosotros, las poblaciones indígenas, son las más sabias de todas…porque algo han tenido que haber hecho bien las poblaciones indígenas para estar todavía aquí desde tantas generaciones”.


Nacida en Guajira hace 44 años, Velásquez supo contrarrestar esta visión peyorativa de la comunidad indígena para convertirse en la primera supermodelo latina del planeta. Y ni tiene la tez blanca, ni los ojos claros, ni el cabello claro.


Desde la cúspide de su carrera, hace trece años creó la fundación Wayúu Tayá para ayudar a las comunidades indígenas que habitan Venezuela y Colombia y adonde se remontan los orígenes de su familia. “Enaltecer esas raíces es importante”, asegura la actriz.


Esta iniciativa ideada por la novia de “La Momia” también atrajo el interés de la ex primera dama estadounidense, Hillary Clinton, a la que ve como una líder capaz de luchar por “los derechos básicos que no tienen nuestros pueblos indígenas” y de “atender la autoestima de nuestros pueblos”.


Pero la exitosa trayectoria de Velásquez no estuvo exenta de contrapiés, “desafíos” y “malas decisiones”. “Mi camino fue bastante accidentado”, confiesa una artista cuya motivación siempre fue ayudar a su familia a salir de la pobreza.


Empujada por su deseo de mejorar la vida de sus seres queridos, una Velásquez adolescente e ingenua recurrió a la prostitución. Entabló así una relación sexual con un hombre veinte años mayor que ella que le facilitó los fondos económicos para iniciar una carrera como modelo y participar en certámenes de belleza, como Miss Venezuela. El ‘patrocinador’ fue una figura clave en el despegue profesional de Velásquez y alguien con quien acabó teniendo una relación sentimental.


Esta “mala decisión”, sin embargo, abriría un mundo de posibilidades ante la joven. El cielo se despejó para ella tras plantarse en la final de Miss Venezuela y recibir una oferta de una agencia de modelos. En ese momento, no lo dudó. Hizo las maletas y emigró a España, una país donde tuvo algunas de las vivencias más duras de su carrera pero donde forjó amistades sólidas que perduran en el tiempo.


“Yo amo España”, asegura y agrega “los amigos españoles son los más sólidos en el mundo”.


Pero fue aquí, en este país Europeo, donde Velásquez también perdió las riendas de su vida durante un año. Se dejó seducir por la ajetreada vida nocturna española y comenzó a consumir cocaína — todo tratando de acercarse al corazón de su pareja. La decisión le acabó costando caro: Perdió la oportunidad de colocar su rostro indígena en la portada de la conocida revista Telva. Y fue en ese momento de desconcierto cuando encontró la fuerza en su interior para volver a enderezar su camino.


“Mi mamá y mi papá me enseñaron a no perder nunca la esperanza…porque la esperanza es lo último que se pierde”, matiza la modelo.


Así fue. Pronto se mudó a París y firmó un contrato con una importante agencia de modelos de donde salieron otras portadas y viajes por todo el mundo. Velásquez había logrado trascender sus erradas decisiones para triunfar. No tardó tampoco en desembarcar en la Gran Manzana y hacer de Manhattan su nuevo hogar. Selló así ese éxito sobre las pasarelas y la gran pantalla que la han aupado hasta la cúspide del estrellato.


“Si yo puedo inspirar aunque sea a una sola persona…porque el libro habla de muchas cosas…pero inspira a las personas a vivir su verdad”, sentencia la supermodelo indígena.


Por Aitana Vargas.

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