Por ONU Mujeres
En las escarpadas montañas de Mohmand, en el corazón de la provincia de Jaiber Pastunjuá (Pakistán), la vida de Yasmin Gul* estuvo marcada por tradiciones inquebrantables. Sus tres hijas, Meena*, Fatima* y Ayesha*, la ayudaban todo el día con las tareas domésticas.
En estas remotas aldeas no se alienta a las niñas a soñar a lo grande, pero las hijas de Gul anhelaban ir a la escuela, aprender a leer y escribir y, algún día, enseñar a otras niñas. Los sueños de Meena y Fatima se truncaron cuando cumplieron 14 y 15 años. Su matrimonio, como exigía la tradición, estaba concertado.
“Traté de consolarlas”, dijo Gul, que también se casó a temprana edad. “Les dije que así habían sido siempre las cosas, que se adaptarían, que estarían bien. Pero en el fondo de mi corazón, sabía que no estaban preparadas. Ninguna hija, ninguna madre, está preparada para una vida así”.
Al ver el miedo y la tristeza en los ojos de sus hijas, Gul dudó.
La hija menor de Yasmin Gul ya puede concluir sus estudios. Foto: ONU Mujeres Pakistán, 2024
El matrimonio infantil priva a las niñas de educación, libertad y oportunidades
En el Pakistán viven actualmente cerca de 19 millones de niñas casadas. Una de cada seis niñas contrae matrimonio durante la infancia.
Para niñas como Meena y Fatima, el matrimonio a una edad tan precoz conlleva graves riesgos: malos tratos, complicaciones en el parto y toda una vida de oportunidades perdidas.
La noche de su boda, Fatima regresó al hogar temblando, negándose a volver a casa de su esposo. Gul recuerda sus sollozos cuando le pidió que volivera con su marido.
“Pensaba que estaba haciendo lo correcto, que aquello era lo normal”, recuderda.
Impulsar el cambio mediante la educación y la concientización de las madres
En Mohmand, el cambio se produjo con lentitud. En septiembre de 2024, Gul asistió a una sesión de sensibilización sobre los efectos adversos del matrimonio infantil, organizada por ONU Mujeres, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID). Ese día, Gul regresó a casa plenamente consciente de la carga que había impuesto a sus hijas al obligarlas a casarse antes de tiempo.
Con el apoyo de su esposo, que también asistió a una sesión de concientización dirigida a los hombres, Gul resolvió que su hija menor, Ayesha, no se casaría antes de los 18 años. Esta decisión desafiaba las tradiciones que habían marcado su propia vida y provocó un gran revuelo en su pequeña comunidad.
“No podía cambiar el pasado”, se dijo Gul. “Pero podría cambiar el futuro. Ayesha podría crecer, aprender, liberarse de las cargas que yo había impuesto a Meena y Fatima”.
Con esa decisión, Gul puso en marcha el cambio y se convirtió en un faro de esperanza y fortaleza para otras personas que querían un futuro mejor para sus hijas.
En la imagen, Yasmin Gul realiza tareas domésticas con sus hijas y su nieta. Foto: ONU Mujeres
En la serie de sesiones de sensibilización y diálogos sobre los derechos de la mujer y su inclusión en la agricultura y la toma de decisiones participaron 1.732 habitantes de las aldeas a través del programa. Hoy asisten a la escuela de la aldea más niñas que anteriormente se quedaban en sus casas.
El año 2025 marca el trigésimo aniversario de la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing, un acuerdo visionario sobre los derechos de la mujer refrendado en 1995 por 189 Gobiernos. Esta iniciativa dispuso un conjunto de acciones para poner fin a la discriminación y la violencia contra las mujeres y niñas que les impiden acceder a la educación y a las oportunidades. También fue el primer documento normativo a escala mundial sobre las mujeres que incluía un enfoque centrado específicamente en los derechos de las niñas.
Estas medidas siguen siendo pertinentes y urgentes en la actualidad, cuando mujeres como Gul y sus hijas continúan luchando por sus derechos básicos.
*Los nombres de las protagonistas se han modificado para proteger su identidad y privacidad.
Commentaires